Psic. Arturo Ruiz Paredes

Partiendo de que el bullying se sostiene sobre la base de una lucha de poder, y que sus elementos principales son el agresor, la víctima y los espectadores, es importante señalar las estrategias que debemos emplear para disolver  o por lo menos disminuir el nivel de intensidad y sometimiento que el hostigador siempre trata de demostrar sobre el acosado.

Por consiguiente un programa de intervención debe contener los siguientes objetivos: a) reducir el acoso directo e indirecto, b) mejorar las relaciones entre los compañeros de la escuela y c) crear las condiciones que permitan una mejor convivencia con la desaparición de los roles  víctima – agresor.

 Generalmente la mayor parte del bullying pasa inadvertido. Pero ¿Cómo reconocer a los estudiantes que son víctimas?  De acuerdo a la literatura publicada se puede afirmar que existen dos tipos de víctimas: las que son pasivas y aquellas que se podrían definir como provocadoras. (Alan Belan 2006)

Las pasivas están compuestas por aquellos niños (as) y jóvenes solitarios, sensibles inquietos que dan muestras de comportamientos “no verbales” o señales de “víctima”,  detectadas por el agresor,  tienen poca capacidad para autodefenderse, piensan con lentitud, cuentan con pocos amigos para darles apoyo. Y las provocadoras a quienes se provocan con facilidad, impulsivos y particularmente pertinaces, se burlan de los acosadores y perturban y azuzan hasta convertirse en blancos fáciles de los mismos, pero carecen de la capacidad para defenderse.

En términos generales podemos afirmar que manejan muchas creencias irracionales, baja satisfacción familiar, baja responsabilidad e inteligencia emocional, rechazo a la escuela, ira, persistencia de síntoma en a largo plazo la edad adulta. Normalmente suelen cambiar de colegio. (José Antonio Oñederra 2008)

¿Qué podemos hacer?

Primero, tolerancia “cero” para los intimidadores, los espectadores y las víctimas. No se le puede dar ventaja al hostigador. El espectador es un engranaje invisible que mantiene en su calidad de  audiencia este problema social de la relación hostigador – víctima.

Segundo, enseñar a las víctimas a utilizar mensajes en primera persona. Este es un modo sencillo y eficaz de comunicar nuestros deseos, necesidades y sentimientos.  Acompañar con ejercicios de relajación para el manejo de la ira.

Tercero, enseñar a ser asertivo. Generalmente, los bullies (acosadores u hostigadores) tienden a ser agresivos, imponen sus derechos. Las víctimas, por el contrario, tienden a ser pasivas, es decir, se comportan, como si los derechos de otras personas importasen más que los suyos. En cambio las personas asertivas son aquellas que respetan sus propios derechos y  los derechos de los demás.

Por último enseñarle habilidades para resolver conflictos. Aunque los conflictos entre las personas son inevitables, los resultados pueden ser constructivos o destructivos. Podemos llegar a ser más abiertos, más tolerantes construyendo relaciones sólidas dentro de este proceso de convivencia. Aquellos que aprenden a resolver conflictos muestran mayor inclinación a hacer frente al acosador con soluciones efectivas y mantienen una actitud positiva frente a la escuela.

Es importante resaltar que los objetivos en todo programa están dirigidos  y se concentran en crear un adecuado clima escolar. Igualmente, en esta lucha de poder, los maestros, padres y demás estudiantes son parte del problema y como consecuencia también la solución. No nos limitemos a ser simplemente observadores, también hay que intervenir.