Lic. Ursula De la Cruz
La conciencia fonológica se define como la capacidad o habilidad para manipular los sonidos del lenguaje, la cual considera tres niveles: la conciencia léxica (habilidad para identificar las palabras que conforman una oración), la conciencia silábica (habilidad para identificar las sílabas que conforman una palabra y la conciencia fonémica (habilidad para identificar los fonemas que conforman las palabras y sílabas ). Es importante adquirirla a temprana edad para obtener resultados favorables en el aprendizaje de la lecto-escritura.
No solo se debe trabajar en inicial ejercicios que desarrollen en los niños su percepción visual y motriz sino también su percepción auditiva. Para ello, es importante estimular a los niños en edad preescolar en la discriminación auditiva de sonidos onomatopéyicos (animales), ambientales (del hogar y de la calle) e instrumentales; por ejemplo podemos hacer que el niño escuche estos sonidos de un CD y los identifique, de igual forma estimularlos con canciones, rimas y trabalenguas.
Asimismo, es importante realizar con ellos ejercicios de sonido inicial (“pato” empieza igual que “paloma” porque ambas palabras empiezan con la sílaba “pa”). Se puede trabajar también que los niños mencionen palabras que empiecen con las vocales y con determinados fonemas “m”, “p”, “l”, “s”, etc; sonido final (aquí se trabaja el relacionar palabras que riman por ejemplo “niña” con “piña”, “ventana con campana”).
Integración silábica (aquí se le dice al niño si te digo “pa” y luego te digo “to”, qué palabra resulta: “pato”, o si te digo “sa” pero antes te digo “ca”, qué palabra resulta: “casa”).
Integración fonémica (consiste en decir el sonido de las letras “s”, “a”, “p” y “o” para que el niño identifique la palabra “sapo”).
Segmentación silábica (separar las palabras en sílabas, por ejemplo preguntarles cuantos golpecitos de voz tiene la palabra “maleta”, el niño deberá separar con palmadas la palabra “ma” – “le” – “ta” e identificar que tiene tres sílabas.
Segmentación fonémica (aquí el niño deberá decir los sonidos que componen una palabra, por ejemplo “mesa” – “m”, “e”, “s” y “a”), cadenas de palabras (el adulto dice una palabra, por ejemplo “rosa”, el niño deberá decir otra que empiece con la sílaba final que el adulto mencionó, por ejemplo “”sapo” y así sucesivamente) y de identificación del número de palabras que conforman una oración, dando una palmada por cada palabra.
Todas estas actividades deben ser realizadas a manera de juego utilizando material concreto (fichas, chapas, letras) en un inicio que motive al niño y llame su atención y luego de manera oral a medida que el niño adquiera un mayor dominio de estas habilidades.
Al estimular a los niños en estas habilidades fonológicas estaremos favoreciendo el aprendizaje de las reglas de correspondencia de los fonemas (sonidos) y grafemas (letras), habilidad importante en el aprendizaje de la lecto-escritura. De esta manera contribuimos a evitar las dificultades de aprendizaje en grados posteriores.
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